Rwanda Chapel

Una pieza territorial. La capilla se plantea como una gran cruz posada sobre el paisaje, un enorme monumento que se extiende y orienta hacia los 4 puntos cardinales. Se crea así una nueva referencia en el territorio que apela a toda la comunidad ruandesa, invitándola a acercarse desde cualquier dirección.

Homenaje a la unificación. Los muros que dan acceso obligan a los fieles a separarse para poder entrar, simbolizando los conflictos de la sociedad africana. El muro mayor representa la división civil, causada por la guerra entre Tutsis y Hutus. El muro opuesto, más bajo y corto, simboliza la división religiosa entre diferentes credos. Así pues, se entiende la capilla como un punto de unión civil y espiritual, donde converjan y se encuentren todas las creencias e ideologías. 

Sacralidad austera. Una cubierta ligeramente elevada sobre el terreno esconde el pequeño espacio de oración. Encontramos una capilla prácticamente enterrada donde se reduce la escala, la luz y la temperatura. Imitando las tipologías autóctonas, se separa el plano superior para que se renueve el aire de forma natural, creando una atmósfera de sombra y silencio. De este modo, un espacio humilde y sencillo se transforma en un lugar sagrado y atemporal, en una arquitectura dormida.

Sencillez como idea constructiva. Se buscan soluciones vernáculas que reflejen la identidad del lugar y la austeridad de sus gentes. Todos los encuentros son simples e intuitivos, evocando una construcción primitiva y segura. Los muros son de tierra compactada, extraída de la propia excavación y encofrada para ser prensada; el campanario y la cubierta se forman con la madera de las coníferas más cercanas.

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